Chicho Me Dejó las Cosas Claras


En el ámbito televisivo español, particularmente en el popular programa ‘Un, dos, tres…’, se escondía una estrategia de imagen tan sutil como decisiva, protagonizada por Mayra Gómez Kemp y un objeto cotidiano: sus gafas. Contrario a lo que se podría esperar, el elemento que Kemp tenía estrictamente prohibido alterar durante sus apariciones no era un artículo de lujo, sino sus propias gafas. Este detalle, lejos de ser trivial, fue una jugada maestra de Chicho Ibáñez Serrador, creador del programa, que buscaba cimentar la identidad televisiva de Kemp bajo la insignia de su presencia visual distintiva.

La imposición de no remover sus gafas se transformó en el pilar de la imagen pública de la presentadora, catapultándola a un estatus icónico. Ibáñez Serrador, visionario como pocos, entendió el poder de los símbolos visuales y eligió las gafas de Kemp como el vehículo para infundir atributos de inteligencia, autoridad y control, distinguiéndola así de otras figuras femeninas en la televisión de la época. Este accesoria no era un mero adorno; simbolizaba el saber y el dominio escénico de Kemp, elementos necesarios para liderar el complejo formato del ‘Un, dos, tres…’.

Al asumir el rol de presentadora principal tras el accidente de Kiko Ledgard, Kemp no solo se enfrentaba al desafío de estar a la altura de las circunstancias, sino que, a instancias de Ibáñez Serrador, marcaría un antes y un después en la percepción del liderazgo femenino en el entretenimiento televisivo español. La decisión de conservar las gafas en todo momento, fundamentada en un mandato contractual, demostró ser un acto de disciplina y respeto hacia la visión del director, solidificando el personaje de Kemp en la consciencia colectiva.

Chicho Ibáñez Serrador se destacó por su meticulosa atención al detalle y su capacidad para explorar el potencial de sus colaboradores. La alquimia entre su visión creativa y el talento innato de Kemp resultó en una fórmula de éxito inigualable, donde las gafas fueron el emblema, pero el verdadero arte residía en la perspicacia, el carisma y la habilidad comunicativa de Kemp. Su capacidad para memorizar guiones extensos y adaptarse a las exigencias del directo con gracia y agilidad la erigieron como una figura emblemática y un modelo a seguir para futuras generaciones de presentadoras.

El legado de Mayra Gómez Kemp va más allá de su distintivo visual; representa una era dorada de la televisión en la que se rompieron estereotipos y se establecieron nuevos paradigmas de liderazgo femenino. Años después de su apogeo, la imagen de Kemp, con sus características gafas, permanece viva en el recuerdo de millones, simbolizando una época de innovación televisiva, unidad familiar y una presentación cautivadora que marcó el ritmo de la televisión en España.

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