Durante años, ha sido común que muchas personas dejen la puerta de la lavadora abierta tras su uso, bajo la creencia de que así se seca el interior y se previenen malos olores. No obstante, especialistas en limpieza y electrodomésticos han señalado que este hábito podría ser perjudicial.

La razón principal para abandonar esta práctica es el riesgo de proliferación de hongos y bacterias. Mantener la puerta abierta permite la entrada de polvo y humedad, creando un entorno propicio para el moho. Esto puede no solo afectar la calidad del lavado, sino también representar un riesgo para la salud de los ocupantes de la casa.

Las lavadoras modernas están diseñadas con sistemas que previenen la acumulación de humedad cuando la puerta se encuentra cerrada adecuadamente. De este modo, el aparato logra mantener un ambiente seco y limpio de manera más eficiente. Técnicos en el área destacan que cerrar la puerta después de cada uso contribuye a prolongar la vida útil de la lavadora y a mejorar su desempeño.

Asimismo, existe una repercusión energética al dejar la puerta abierta. Esto podría llevar a un uso menos eficiente de la máquina, aumentando la posibilidad de tener que repetir el ciclo de lavado al detectarse problemas relacionados con la humedad. Esto no solo implica un mayor gasto económico, sino que también incrementa la huella de carbono del hogar.

Aunque puede parecer una acción inofensiva, dejar la puerta de la lavadora abierta podría acarrear consecuencias notables. Los expertos aconsejan una limpieza adecuada y el cierre de la puerta tras cada uso para asegurar que la lavadora funcione en óptimas condiciones y que se minimicen los riesgos para la salud y el medio ambiente.