El sector de las franquicias enfrenta un período de transformación significativo. De acuerdo con un informe reciente, las pequeñas y medianas empresas que predominan en el sistema deben adaptarse para prosperar en un entorno que se anticipa desafiante. Se prevé una disminución en la facturación y un aumento en los costos, lo que afectará directamente su rentabilidad.
En este nuevo escenario, el fin de las grandes expansiones se perfila como un cambio notable. Las franquicias ahora centrarán sus esfuerzos no en la apertura de nuevas unidades, sino en asegurar la rentabilidad de cada una. El nuevo ciclo exige priorizar la calidad sobre la cantidad, destacando la eficiencia económica y el control de la red como ejes centrales.
La expansión se volverá más selectiva y lenta, enfocándose en procesos bien definidos y en el apoyo continuo a los franquiciados. Sin embargo, los obstáculos para expandirse y obtener financiación aumentan, lo que complica la búsqueda de ubicaciones estratégicas y la retención de talento.
El perfil del franquiciado también está cambiando, volviéndose más diverso y experimentado. Nuevos emprendedores, exdirectivos e inversores buscan modelos de negocio que se ajusten a sus habilidades y capacidad de inversión. Además, la creciente participación de mujeres en el liderazgo de negocios señala una tendencia hacia un entorno más inclusivo y dinámico.
Para franquiciadores en etapa inicial, acercarse a inversores especializados, al estilo de las startups, se sugiere como una estrategia para fortalecer y expandir sus marcas de manera efectiva.
Este cambio en el sector de las franquicias se interpreta como un proceso de selección natural, favoreciendo a aquellas empresas con una visión estratégica clara. Las franquicias capaces de adaptarse a estas tendencias y de optimizar sus operaciones estarán en una posición más favorable para liderar el futuro del sector.