En el corazón de La Promesa, un espléndido pero disputado terreno se convierte en el epicentro de una lucha intensa que cuestiona los lazos de confianza y gestión familiar. Martina, quien hasta ahora había mantenido un perfil bajo, ve evaporarse su paciencia tras conocer que Catalina, en un acto unilateral, firmó un contrato que podría cambiar el destino de la tierra que ambas valoran profundamente. Este acto desencadena un conflicto que ya bullía bajo la superficie, transformándolo en una batalla abierta por el respeto, la legitimidad y la administración conjunta de la finca.
Martina no sólo busca reclamar su derecho como co-gestora, sino también señala que el acto de firmar un contrato a sus espaldas ha fracturado la confianza fundamental entre ellas, sugiriendo que lo que está en juego trasciende lo meramente económico. Catalina, por su parte, defiende su acción como un medio de salvaguarda ante el desastre, argumentando que las decisiones se toman con la cabeza y no con el corazón, poniendo así en tela de juicio los motivos y emociones que guían sus pasos.
La tensión escala rápidamente cuando en medio de la disputa sale a luz la existencia de cláusulas en el contrato que parecen beneficiar a un tercero, complicando aún más el panorama. La revelación de este hecho introduce dudas sobre las verdaderas intenciones detrás de la decisión de Catalina y pone en marcha una investigación que Martina está decidida a llevar hasta las últimas consecuencias para desentrañar la verdad.
Mientras esta tormenta humana se desata, los campos de La Promesa continúan su ciclo, impasibles ante el drama que se desarrolla dentro de los muros que los contienen. La contienda entre Martina y Catalina no solo amenaza con dividir la tierra, sino también la familiaridad que una vez las unió, marcando una batalla por el poder que derrama incertidumbre sobre el futuro de la finca y sus relaciones. Este enfrentamiento, que va más allá de la mera gestión del terreno, pone de manifiesto las complejidades de las relaciones humanas y el precio que a veces se debe pagar por la supervivencia de lo que más se valora.