La historia de Jesulín de Ubrique es un claro ejemplo de cómo la valentía, el carisma y la astucia pueden catapultar una carrera en el mundo del toreo y más allá. Este matador andaluz, tan debatido como admirado, supo navegar con maestría las aguas a veces tormentosas de la fama mediática, fusionando el arte tradicional del toreo con los caprichosos vientos de la cultura pop.
El punto de inflexión en su trayectoria llegó un inesperado día de mayo de 1993 en el programa de televisión «Queremos saber». Enfrentado a acusaciones de que su técnica se basaba en trucos, Jesulín respondió de una manera tan inusitada como inolvidable. Levantándose y mostrando al público las cicatrices de cornadas en sus piernas, proclamó con audacia la autenticidad de su arte y su dedicación. Este gesto, lejos de ser una simple anécdota, se transformó en un momento icónico, propulsando su imagen y su carrera a alturas nunca antes imaginadas.
Este acto no fue solo una demostración de valentía, sino también un magistral uso de la comunicación y el marketing, meticulosamente orquestado por su apoderado. Convirtió una entrevista televisiva en el trampolín definitivo hacia la fama, haciendo de Jesulín el tema de conversación en España y catapultándolo a una temporada de ensueño donde lidiaría en 122 corridas en un año, superando incluso a sus propios ídolos.
Pero lo que realmente consolidó a Jesulín como un fenómeno mediático fue su habilidad para conectar con la audiencia, en especial con el público femenino, convirtiéndose en un showman tanto dentro como fuera de la plaza. Su carisma y su capacidad de entretener fueron tan grandes que, a poco tiempo de aquel memorable episodio, una corrida exclusiva para mujeres fue transmitida por la misma cadena, rompiendo récords de audiencia y marcando un hito en la historia del toreo.
Jesulín de Ubrique no solo fue un torero excepcional; fue un verdadero pionero, alguien que supo entender el poder de la televisión y de la imagen pública como nadie en su campo lo había hecho antes. Su historia nos enseña que la autenticidad, combinada con una astuta comprensión del espectáculo y los medios, puede abrir puertas inimaginables. Jesulín no solo dejó una marca en el mundo del toreo, sino que también redefinió lo que significa ser una estrella en la era moderna, demostrando que, a veces, ser diferente es precisamente lo que te hace inolvidable.