En una inusual tarde de octubre de 1994, la ciudad de Aranjuez se convirtió en el escenario de un evento televisivo sin precedentes en España. Antena 3 emitió la primera corrida de toros dedicada exclusivamente a un público femenino, teniendo como figura central al torero Jesulín de Ubrique. Este acontecimiento no solo destacó por su innovación, sino también por los momentos de intensa tensión y euforia que marcaron una jornada que prometía ser festiva.
Irma Soriano, la presentadora del evento, compartió en el programa «Anatomía de» cómo vivió aquellos momentos que transformaron una corrida de toros en un fenómeno social. Según Soriano, la plaza de toros se llenó de una atmósfera particular, donde las mujeres, movidas por la admiración hacia Jesulín, desbordaron toda expectativa con su entusiasmo. La conexión entre el torero y su público femenino alcanzó tal magnitud que la simple aparición de Jesulín provocaba estallidos de alegría, al punto de que la euforia se materializaba en obsequios inesperados como flores, pañuelos, y hasta un gallo vivo.
Sin embargo, el climax de la tarde llegó cuando la presidenta del evento decidió poner fin a la corrida ante el temor de incidentes mayores, considerando que algunas aficionadas habían empezado a saltar las barreras de seguridad intentando acercarse a su ídolo. Esta decisión no fue bien recibida, creando un momento de gran tensión tanto para el equipo de Antena 3, preocupado por el impacto en la audiencia, como para las casi 9,000 mujeres presentes.
El dilema era claro: continuar la corrida significaba correr el riesgo de enfrentar un posible accidente en directo ante millones de telespectadores. La decisión de interrumpir el evento reflejó la gravedad de la situación y el desafío de gestionar la seguridad sin precedentes bajo la mirada de un público en vivo. La intervención de Jesulín, quien redujo sus interacciones para calmar los ánimos, demostró la fragilidad de un espectáculo captado por las cámaras de televisión.
Este episodio no solo se inscribe en la historia taurina española sino que también representa un momento único de cómo un espectáculo tradicional puede transformarse en un fenómeno social intensamente vivido por sus seguidores. La corrida de mujeres en Aranjuez, marcada por la alegría, la euforia, y eventualmente por la tensión, se mantiene como un testimonio del poder de la televisión para capturar y potenciar la emoción colectiva.