El Último Rincón de los Jardines Nobiliarios del Siglo XVIII


Madrid, a menudo conocida por su agitada vida urbana y sus icónicas atracciones turísticas, también oculta un rincón de paz y belleza histórica: el Jardín del Príncipe de Anglona. Este pequeño pero encantador jardín, situado en el barrio de La Latina y rodeado de la bulliciosa vida capitalina, ofrece un remanso de tranquilidad que transporta a los visitantes a épocas pasadas.

Con una extensión de apenas 800 metros cuadrados, el jardín se encuentra en la parte baja de la plaza de la Paja. Su acceso, discreto y enmarcado por altas tapias, podría pasar desapercibido para muchos. Sin embargo, una vez dentro, los visitantes son recibidos por un diseño neoclásico que refleja siglos de historia. Concebido en torno a 1750 como parte del Palacio de Anglona, este espacio es uno de los pocos jardines nobles del siglo XVIII que ha logrado preservar su esencia original.

La esencia del jardín ha sido cuidadosamente restaurada por el paisajista Javier de Winthuysen en 1920, quien se inspiró en los jardines históricos para devolverle su esplendor. Caminos de ladrillo y setos de boj configuran un esquema que invita a pasear lentamente, mientras que una fuente central de piedra añade un toque sereno al entorno. Durante la primavera, el lugar resplandece con flores que adornan los parterres geométricos, y la luz que filtra a través de las hojas crea un ambiente perfecto para la contemplación.

Una de las características más sorprendentes de este jardín es su ubicación elevada, que permite disfrutar de vistas únicas del casco antiguo de Madrid. Construido sobre un terraplén, el jardín se convierte en una especie de mirador que ofrece panorámicas de la calle Segovia y el histórico Madrid de los Austrias. Este secreto, sumado a su ambiente resguardado, garantiza que muchos no sospechen de su existencia.

El acceso al jardín es gratuito, con horarios que varían según la temporada: abre de 10:00 a 22:00 en verano y cierra a las 18:30 en invierno. Esta flexibilidad lo convierte en un destino ideal tanto para disfrutar durante el día como para apreciar el atardecer, cuando la luz dorada realza su belleza.

No muy lejos de allí, un palacio modernista complementa la oferta cultural de la zona. Con su exquisita ornamentación vegetal y una cúpula adornada con una vidriera, este edificio menos conocido merece una visita para admirar la fusión de arte y naturaleza.

En definitiva, el Jardín del Príncipe de Anglona y sus alrededores son un recordatorio de que, a pesar del ritmo frenético de la vida metropolitana, aún existen espacios en los que la historia y la serenidad coexisten, invitando a los visitantes a desconectar y disfrutar de la magia de Madrid.

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