En televisión, la búsqueda de historias que salgan de lo convencional se ha convertido en una fórmula para captar la atención de la audiencia, especialmente durante las horas de la tarde. En esta línea, el programa «Y ahora Sonsoles», emitido por Antena 3, ha sabido cómo mantener a su público pendiente de sus contenidos, prometiendo y entregando relatos tan inusuales como fascinantes. El episodio del 8 de abril se situó precisamente dentro de este marco, al abordar un tema que nadie esperaría ver en la pantalla chica: el robo de ropa interior femenina.
La conductora Sonsoles Ónega, con cierta sorpresa, presentó a Ángela y Nuria, dos compañeras de piso de Alicante, cuya experiencia distaba mucho de ser común. Estas jóvenes se convirtieron en víctimas de un delito peculiar cuando descubrieron a un ladrón sustrayendo sus bragas de la lavadora del patio. El incidente generó una mezcla de incredulidad y preocupación en el plató, provocando una reflexión silenciosa entre los presentes hasta que las afectadas decidieron llevar el caso ante las autoridades.
El programa no se limitó a narrar los hechos, sino que exploró más allá, con la colaboradora Lorena Vázquez planteando cuestionamientos sobre el posible destino de las prendas sustraídas, insinuando la existencia de un mercado negro para objetos de tan íntima procedencia. A pesar de la aparente trivialidad del asunto, el tema suscitó risas y al mismo tiempo destacó la peculiaridad de la situación.
La charla también abordó la curiosidad de si hechos similares ocurren con ropa interior masculina, manteniendo la discusión en un tono ligero, aunque interrumpido brevemente por las disculpas ofrecidas a Carmen Lomana, colaboradora del programa, por el extravagante tema de la jornada. Lomana, sin embargo, tomó el episodio con buen humor, desestimando la necesidad de disculpas y contribuyendo al ambiente entretenido del programa.
Este episodio de «Y ahora Sonsoles» no solo demostró la habilidad de la televisión para ser un escaparate de lo inimaginable, sino también su capacidad para equilibrar el reportaje periodístico con el entretenimiento. A través de la presentación de historias fuera de lo común, el programa logra enganchar a la audiencia, ofreciéndole una pausa agradable en la rutina diaria y recordándonos que, a veces, la realidad puede superar ampliamente a la ficción.