El amor puede ser un laberinto de sorpresas, pero en ocasiones, algunos encuentros parecen tener un destino preestablecido hacia la decepción. Esto le ocurrió a José, un joven agricultor de Granada que también es piloto de carreras virtuales, en su cita con Carolina, una estudiante de Turismo que dejó claro desde el primer momento que su lugar no era el campo.
José llegó al programa «First Dates» con la esperanza de encontrar a alguien que compartiera su sentido del humor y su pasión por la vida rural. Se dedicaba a la recolección de calabacines junto a su familia, aunque su verdadero amor eran las carreras en simuladores, donde había alcanzado el estatus de campeón en «Gran Turismo». Con un toque de humor, antes de conocer a Carolina comentó sobre lo cansado que estaba de los calabacines, sin saber que la verdadera pesadilla estaba a punto de comenzar.
Desde su primer intercambio visual, Carolina mostró desinterés absoluto. Con una sinceridad brutal, comentó que no la convencía la edad de su cita y añadió que le parecía que él estaba perdiendo cabello. Por su parte, José se dio cuenta rápidamente de que la conexión no estaba presente, expresando que el «rollo fiestero» de Carolina no era lo que buscaba.
La conversación se convirtió en una danza de silencios incómodos y comentarios desafortunados. A pesar de que José intentó romper el hielo con chistes, Carolina no se mostró receptiva. Su reacción al enterarse de que él se dedicaba a las carreras virtuales fue devastadora: con un tono sarcástico, dijo que pensaba que estaba siendo grabada por una cámara oculta.
La cita concluyó con la contundente declaración de Carolina: “No me gustan los calabacines ni tampoco el que los planta”. En ese instante, quedó claro que ni el sentido del humor de José, ni su vida en el campo, ni su afición por los videojuegos habían logrado interesarla.
Al final de la noche, ambos se retiraron por caminos separados, sin dejar espacio para ninguna revancha romántica. Mientras José continuará dedicándose a su trabajo en el campo, Carolina se dedicará a evitar cualquier cosecha emocional que no se ajuste a sus gustos. En el amor, como en la agricultura, elegir bien las semillas es fundamental para que florezcan las mejores relaciones.