El capítulo 23 del libro de Ezequiel presenta un fuerte reproche hacia el pueblo de Dios por su infidelidad espiritual, utilizando la impactante metáfora de la prostitución para describir la apostasía del pueblo de Israel y Judá. En este contexto, Jehová introduce a dos hermanas, Oholá y Oholibá, que simbolizan a las dos capitales del antiguo reino: Samaria y Jerusalén. Oholá, la mayor de las dos, representa a Samaria, capital del reino de Israel, mientras que Oholibá, la menor, simboliza a Jerusalén y al reino de Judá. El relato revela cómo Oholibá intenta emular a su hermana mayor, pero su traición resulta aún más corrupta.
El trasfondo de estos capítulos se entrelaza de manera significativa, ya que tanto el capítulo 16 como el 23 presentan a estas ciudades infieles como esposas de Jehová que lo traicionan. En ambas partes se observa que, aunque se hace hincapié en el castigo, también queda un resquicio de esperanza: se promete un futuro en el que Jehová terminará con la prostitución espiritual de su pueblo y restaurará una adoración pura.
A lo largo de la historia, algunos han sugerido que Oholá y Oholibá podrían representar a la cristiandad, insinuando que las diferentes denominaciones cristianas, como la Iglesia católica y las protestantes, habrían traicionado a Dios de forma similar. Sin embargo, este análisis ha sido cuestionado, ya que se argumenta que la cristiandad nunca llegó a establecer un pacto legítimo con Dios, lo que la excluye de esta alegoría.
Además, se señala que, a pesar de la infidelidad de Samaria y Jerusalén, Dios ofreció condiciones de arrepentimiento a estas ciudades y la posibilidad de redención; una oportunidad que no se extiende a la cristiandad, que es descrita en la Biblia como parte de una gran organización de religión falsa destinada a la destrucción.
La narración de Oholá y Oholibá, aunque no se puede aplicar a la cristiandad, resalta el profundo desagrado de Dios hacia aquellos que deshonran su nombre y distorsionan la verdadera adoración. La cristiandad es criticada por generar confusión entre aquellos que creen estar siguiendo a Dios, mientras sostienen doctrinas y prácticas que contradicen las enseñanzas bíblicas fundamentales.
El simbolismo de las dos hermanas en Ezequiel 23 se erige como un fuerte recordatorio sobre la infidelidad espiritual y la corrupción en la adoración. A pesar de las interpretaciones erróneas a lo largo de la historia, este relato continúa resonando en la actualidad, instando a preservar una adoración leal y pura, sin compromisos con ideologías o estructuras que desvirtúan el mensaje original de la fe. La lección es clara: la devoción sincera y la pureza en la adoración son esenciales para mantener una relación auténtica con el Creador.