Las últimas semanas han sido devastadoras para la comunidad autónoma de Cantabria, que ha sufrido una oleada de incendios forestales que han dejado una profunda huella en varios municipios. Localidades como Villafufre, Villacarriedo, Selaya, San Roque de Riomiera, Arredondo, Miera, Soba y Vega de Pas se han visto gravemente afectadas. Desde el sábado pasado, se ha contabilizado un preocupante total de 133 incendios que han arrasado cerca de 2.000 hectáreas de terreno.
Contrario a lo que muchos podrían suponer, la mayoría de estos incendios no son producto de causas naturales. En Cantabria, al igual que en otras regiones como Asturias y el País Vasco, la intervención humana es la principal responsable de estos siniestros. La errónea idea de que el fuego puede servir como un catalizador para la regeneración del pasto ha llevado a algunas personas a provocar estos fuegos de manera deliberada. No obstante, autoridades regionales recalcan que, a menos que se trate de fuegos controlados de pequeña escala, esta práctica es altamente destructiva.
Uno de los rasgos distintivos de estos incendios es que, a menudo, afectan áreas de matorral más que bosques densos. La situación se complica con la presencia de rachas de viento del sur, que aportan calor y sequedad, facilitando la propagación de las llamas, especialmente durante los meses más críticos de febrero, marzo y abril. Esta combinación de factores, junto con la escasa vigilancia y la baja presencia de ganado en las zonas altas, agrava el riesgo de extensión del fuego, dando lugar a una erosión significativa del suelo.
Ante esta emergencia, la Administración de María José Sáenz de Buruaga ha activado un amplio dispositivo de respuesta, con la movilización de 33 de las 36 brigadas de bomberos disponibles, además de 220 agentes forestales, 20 profesionales del medio natural, 4 técnicos de guardia y 6 emisoristas. Cabe resaltar que Cantabria, a pesar de representar solo el 1% del territorio español, es responsable del 15% de los incendios en el país.
Los valles del Pas y la comarca de Nansa son las áreas más damnificadas, donde la acción de incendiarios ha sido frecuente. Desde el Gobierno se ha realizado un llamado a la colaboración ciudadana para detectar no solo el inicio de los fuegos, sino también a quienes los provocan. Los infractores podrían enfrentar severas sanciones penales, con agravantes para aquellos que son ganaderos, quienes podrían ser inhabilitados para el ejercicio de su oficio.
Afortunadamente, la situación ha comenzado a mostrar signos de mejora, con solo un incendio activo sin control en San Roque de Riomiera y otros dos bajo vigilancia en Villacarriedo. A pesar de que la Administración regional ha mantenido el nivel 2 de alerta en 10 de las 13 comarcas forestales, se espera que las condiciones meteorológicas favorables de los próximos días, como el aumento de la humedad, las lluvias y la disminución de viento, contribuyan a una mejora general en el control de los incendios.