En las últimas décadas, los supermercados y tiendas de España han vivido una notable transformación en la oferta de huevos, donde los blancos han prácticamente desaparecido de los estantes, dominando los huevos marrones como la opción preferida. Este cambio no radica en diferencias nutricionales, ya que ambos tipos de huevos son idénticos en contenido y calidad, sino más bien en una combinación de percepciones del consumidor, estrategias de marketing y evoluciones en la producción avícola.
Una de las creencias más arraigadas es que los huevos marrones representan una opción más natural o saludable. Esta idea, aunque errónea, ha sido impulsada por campañas de marketing y la asociación de los huevos marrones con productos ecológicos o camperos. Por otro lado, la única distinción relevante entre los dos tipos de huevo reside en la raza de las gallinas: las de plumaje blanco producen huevos blancos, mientras que las de plumaje marrón generan los marrones. La cáscara, el sabor y el perfil nutricional son, en definitiva, los mismos.
En este proceso de transformación del mercado, la industria avícola ha desempeñado un papel crucial. Aunque las gallinas que ponen huevos marrones en teoría requieren más alimento, la alta demanda ha llevado a optimizar su producción, haciendo que su cría resulte rentable. A esto se añade que los huevos marrones tienen una cáscara más gruesa, lo que reduce el daño durante el transporte y la manipulación, llevando a menos desperdicio en las tiendas.
Por si fuera poco, las grandes cadenas de supermercados han ajustado su oferta en respuesta a la creciente preferencia de los consumidores por los huevos marrones. Al eliminar los huevos blancos de sus estantes, no solo simplifican su inventario, sino que también refuerzan la idea de que el huevo marrón es el estándar, creando así un ciclo de preferencia autoalimentado.
Aunque en otros lugares del mundo, como Estados Unidos o Japón, los huevos blancos aún gozan de gran popularidad, en España su disponibilidad se ha convertido en un asunto casi de nostalgia. Los huevos blancos, aunque ahora difícil de encontrar en los grandes comercios, todavía pueden ser adquiridos en mercados locales o pequeñas granjas.
En conclusión, la elección entre huevos de diferentes colores se basa más en percepciones y cambios comerciales que en métricas medibles de calidad o salud. Lo que queda claro es que, más allá de mitos, tanto los huevos blancos como los marrones ofrecen lo mismo en términos de nutrición y sabor.
