En lo que podría catalogarse como uno de los momentos más álgidos de la televisión reciente, la última emisión de «GH Dúo 3» ha dejado a la audiencia y a los espectadores en una encrucijada de emociones enfrentadas, especialmente centradas en la figura de Adara Molinero. La polémica se desató cuando Molinero, conocida por su participación en diversos reality shows y hasta entonces apreciada por una gran parte del público, se situó en el ojo del huracán tras una intervención donde arremetió contra su exnovio y participante Álex Ghita, quien había sido expulsado del programa previamente.
La reacción del público no se hizo esperar: una sonora lluvia de abucheos inundó el plató de Telecinco cuando Molinero decidió verbalizar su descontento hacia Ghita. Este acto marcó un antes y un después en la percepción que tenía el público sobre ella, evidenciando un cambio significativo en la marea de popularidad que hasta ahora la había sostenido.
El conflicto escaló a niveles más personales al revelarse que Ghita tuvo que renunciar a su presencia en el plató para evitar un encuentro con Molinero, quien no ha tenido reparos en hacer apariciones televisivas para exponer detalles íntimos de su vida con Ghita, incluyendo insinuaciones sobre su orientación sexual, lo que contribuyó significativamente a la aversión generada hacia ella.
Durante el programa, a pesar de los intentos de Molinero por defender su postura, el desagrado del público era palpable, interrumpiendo sus palabras con más abucheos. La situación llegó a tal punto que la exconcursante preguntó visiblemente frustrada si podría expresarse, a lo que el presentador, Ion Aramendi, le respondió que el público tenía todo el derecho a expresar sus sentimientos, comentario que fue recibido con aplausos.
Este incidente ha transpaso las barreras del plató para convertirse en tema de debate en redes sociales, donde un número considerable de internautas ha criticado a Adara por utilizar el programa como plataforma para lavar la ropa sucia de su relación, poniendo en duda los límites de lo personal en los reality shows televisivos y demostrando un posible cambio en la percepción pública hacia quien en su día fue una de las concursantes más queridas. Este suceso no solamente plantea serias preguntas sobre la privacidad y la exposición mediática sino que también revela cómo el afecto del público podría ser más volátil de lo que se presume.