En un reciente torbellino mediático, Lalachus ha estado en el centro de atención después de generar controversia durante las campanadas de fin de año de TVE, donde apareció junto a David Broncano. La presencia de una versión alterada de la estampa del Sagrado Corazón de Jesús, en la que se reemplazaba la cabeza de Jesús con la de la vaquilla del «Grand Prix», desencadenó una ola de críticas y denuncias. La asociación Abogados Cristianos ha ido más allá, presentando una denuncia contra Lalachus y el presidente de RTVE, José Pablo López, por un supuesto delito de odio contra los sentimientos religiosos.
En defensa de Lalachus se ha pronunciado Belén Esteban, figura pública conocida por su participación en diversos programas de televisión, quien ha demostrado su apoyo dentro de esta controversia. Esteban, que ha asesorado a la humorista y a Broncano antes del evento de las campanadas, ha reafirmado su vínculo con el equipo de «La revuelta». Este vínculo se fortalece aún más después de que Esteban ganara una apuesta sobre las audiencias de la última emisión del año, comprometiéndose a colaborar estrechamente con el programa en el futuro.
Durante sus declaraciones al programa «Ni que fuéramos», Esteban restó importancia a la polémica generada por la estampa, señalando que en muchas ocasiones se magnifican críticas por motivos mínimos. Recordó la existencia de estampas similares con figuras como Rosalía o Brad Pitt, las cuales no han provocado controversias de este calibre. Asimismo, destacó los retos a los que Lalachus se ha enfrentado, incluidos los comentarios gordofóbicos, y expresó su admiración por la presentadora, especialmente por su estilo durante las campanadas.
Este incidente pone de relieve la delicada línea que existe entre la religión, el humor y la libertad de expresión en los medios de comunicación. A medida que el debate público en torno a esta cuestión continúa evolucionando, la comunidad y los medios de comunicación permanecen atentos a las respuestas y a las posibles repercusiones legales y profesionales para todos los involucrados. Este suceso refuerza el continuo debate sobre los límites del humor y la expresión creativa frente a los valores y creencias religiosas en la esfera pública.
