En un incidente sin precedentes en la casa de «Gran Hermano», la emisión en directo del reality show sufrió una interrupción forzosa después de que un altercado entre los participantes se saliera de control. La situación se desató durante la asignación de tareas diarias, cuando Adrián, un concursante que también es boxeador, mostró una reacción violenta hacia Óscar Landa y Ruvens, generando una tensión que puso en alerta a la producción del programa.
El altercado tomó un giro aún más dramático con la participación de Daniela, quien al hacer una referencia al personaje de Escarlata O’Hara de «Lo que el viento se llevó», fue percibida por Óscar como un desaire. Esto provocó que Adrián actuara de forma agresiva, defendiendo a Daniela y confrontando a Óscar con insultos y amenazas. El conflicto se agravó aún más cuando Maica y Ruvens se involucraron, tomando partido por Óscar y Adrián respectivamente.
Ante la escalada de violencia verbal y la inminente posibilidad de agresión física, los productores decidieron cortar la transmisión en vivo, optando por transmitir imágenes del jardín, una práctica habitual en el programa para manejar situaciones conflictivas. Este no es el primer incidente problemático en el que Adrián se ha visto implicado, ya que anteriormente había sido amonestado por el presentador del show, Jorge Javier Vázquez, por hacer comentarios de índole machista.
La reacción de la comunidad de seguidores del programa no se hizo esperar, expresando su descontento con el comportamiento de Adrián y exigiendo a Zeppelin TV y Telecinco, encargados de la producción, que adopten medidas disciplinarias adecuadas. Esto ha reavivado el debate sobre qué comportamientos deben considerarse aceptables dentro del reality show y la responsabilidad de los productores y la cadena televisiva en la gestión de conflictos y en la prevención de contenidos que incitan a la violencia.
El público de «Gran Hermano» se encuentra a la espera de una respuesta clara por parte de los responsables del programa, solicitando acciones que aseguren un ambiente seguro y respetuoso para todos los participantes. Este caso pone de nuevo en cuestión los límites de la convivencia en los reality shows y el impacto que estos tienen en la audiencia.