Enric Duran, conocido como el «Robin Hood de los Bancos», se encuentra actualmente en prisión en Francia tras ser detenido en junio. Su arresto ha atraído la atención de diversos movimientos antisistema y colectivos okupa, ya que su vida y actividades han estado siempre en la frontera entre el activismo radical y la legalidad. Duran enfrenta acusaciones de blanqueo de dinero vinculadas a una red de fraudes en línea y ha sido objeto de un contundente escrito de expulsión por parte del Ministerio del Interior francés, que lo considera un peligro para el orden público.
El activista ha defendido su inocencia, presentándose como un trader de criptomonedas ético y transparente. Duran recupera su historia pasada, que se remonta a 2008 cuando solicitó préstamos por un total de casi 500.000 euros con documentos falsos, argumentando que los fondos se habían destinado a campañas anticapitalistas y que nunca tuvo intención de reintegrarlos. Este audaz acto lo llevó a una breve prisión y posteriormente a un exilio en Francia, donde ha continuado con su labor activista, especialmente en el ámbito de las criptomonedas y la economía cooperativa.
Las acusaciones actuales se centran en su supuesta implicación en el blanqueo de criptomonedas, donde se menciona que facilitó el intercambio de euros por Bitcoin a clientes involucrados en fraudes. A pesar de las imputaciones, Duran insiste en su inocencia, señalando que su papel fue el mismo que el de otros traders y cuestionando por qué solo él es acusado mientras que los bancos que facilitaron algunas de estas transacciones han quedado fuera del alcance de la justicia.
El caso no solo genera controversia en el ámbito legal, sino que también revive el debate sobre la legitimidad del sistema financiero, la justicia y el activismo anticapitalista. Duran se ha convertido en un símbolo polarizador: admirado por algunos como un luchador contra el sistema y considerado un criminal por otros. Mientras espera el desarrollo de su apelación, el futuro de Duran y su implicación en esta saga legal mantienen en vilo tanto a sus seguidores como a sus detractores.