En Europa, un análisis reciente ha puesto al descubierto la ineficiencia estructural inherente al sistema de movilidad, lo cual ha generado una llamada urgente a la revisión de las políticas y diseño urbano actuales. La investigación ha arrojado datos bastante reveladores sobre cómo se utilizan los automóviles y el espacio urbano, evidenciando una grave necesidad de reevaluación y cambio.
De acuerdo con este análisis, el uso que se le da a los coches en Europa es sorprendentemente limitado, estando aparcados el 92% del tiempo. Además, se evidencia que solo el 1% del tiempo los vehículos están en movimiento. Este bajo nivel de utilización no solo señala un desperdicio en términos de recursos vehiculares, sino también un considerable gasto energético: el 86% del combustible nunca es utilizado para propulsar el vehículo debido a diversas pérdidas energéticas como la inercia del vehículo y la resistencia aerodinámica, entre otras.
Más allá del uso del automóvil en sí, el estudio también ha puesto de relieve cómo los espacios urbanos están configurados y cómo se utilizan. Con el 50% del suelo urbano dedicado a calles, carreteras y estacionamientos, la investigación sugiere que es imperante reconsiderar cómo se planifican y construyen nuestras ciudades. Esto incluye un nuevo enfoque en el fomento del transporte público, el uso compartido de vehículos y la creación de infraestructuras adecuadas para bicicletas y peatones, entre otros.
La oferta de alternativas de transporte más eficientes y seguras es una de las principales recomendaciones derivadas del análisis. La integración de tecnologías avanzadas y sostenibles podría desempeñar un papel fundamental en la transformación hacia un sistema de movilidad más eficiente en Europa. Esta transformación no solo contribuiría a mejorar la eficiencia en el uso de los recursos y la energía, sino que también traería beneficios significativos para el medio ambiente y la calidad de vida urbana.
Estos hallazgos no solo subrayan la necesidad de revisar y cambiar nuestras políticas y diseño urbano actuales, sino que también invitan a una reflexión más profunda sobre el modelo de movilidad predominante en la sociedad. La evidencia presentada sugiere que el camino hacia un futuro más sostenible y eficiente implica una reevaluación crítica de cómo nos movemos y cómo compartimos nuestros espacios urbanos.