En una sorprendente y controvertida maniobra protocolaria, Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular (PP) y figura eminentemente conocida en la política española, no recibió invitación para participar en los actos de celebración del décimo aniversario de la coronación de Felipe VI. Este hecho ha levantado cejas y generado cierta contrariedad dentro de la organización política, que rápidamente buscó clarificaciones por parte de la Casa Real, evidenciando así su desconcierto.
El PP, que se ha mantenido firme en su apoyo a la monarquía, ha manifestado públicamente su «respeto absoluto» a las decisiones tomadas por la Jefatura del Estado, aunque no ha ocultado cierta incomodidad ante lo que consideran una omisión significativa. La exclusión de Feijóo ha sido percibida, no solo como un gesto inusual, sino como un paso fuera del compás de los convencionalismos protocolares, sobre todo teniendo en cuenta su asistencia previa, junto con otros miembros del PP, a importantes ceremonias reales.
La Casa Real se ha mantenido firme en su postura de invitar solo a representantes de los poderes del Estado y entidades de relevancia constitucional, una política que se ha mantenido inalterada desde 2014. Sin embargo, esto no ha atenuado la curiosidad sobre la discreción de su elección, especialmente cuando figuras como Mariano Rajoy, Ana Pastor y Pío García Escudero, todos con una distinguida trayectoria en el PP y en cargos institucionales anteriores, sí fueron convidados.
Mientras tanto, desde Génova, sede del PP, se ha enviado un mensaje ambivalente; asegurando que, a pesar del episodio, la relación entre el partido y la Corona permanece intacta y se mantiene el compromiso futuro. Esta posición también sirve para subrayar la peculiar inclusión en la lista de invitados de Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez, cuya participación ha sido vista con escepticismo por algunos sectores del PP, dados los recientes escrutinios judiciales en su contra.
Este suceso ocurre en medio de un panorama político nacional convulso y el reciente nombramiento de Camilo Villarino como jefe de la Casa del Rey, reemplazando a Jaime Alfonsín. Villarino, proveniente de una importante carrera diplomática, se encuentra ahora en un momento crítico, tomando el relevo en un período que sin duda será evaluado con atención.
Pese a los retos protocolarios y las intrigas políticas, el PP mantiene su postura de apoyo incondicional hacia la monarquía y Felipe VI, reforzando su imagen de partido insistente en preservar los lazos históricos y estructurales que unen a España con su Corona, mientras continua navegando por las complejidades de la política contemporánea española.