En la Sierra del Segura, el pequeño municipio de Letur ha sido golpeado por una catástrofe sin precedentes, ya que la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) ha desatado su fuerza más destructiva en un siglo. Esta localidad, que en el pasado se describía como un lugar lleno de vida, frescura y sobreabundancia de agua, ahora se enfrenta a un panorama dantesco, marcado por la devastación que ha causado el agua, un elemento que históricamente la caracterizaba.
El casco antiguo de Letur, que atesora un valioso patrimonio histórico y arquitectónico, ha sufrido pérdidas irrecuperables. Las riadas han arrasado con viviendas, jardines y espacios recreativos, convirtiendo sus tradicionales callejones en auténticos ríos de barro y escombros. Los aproximadamente mil habitantes del pueblo sienten un profundo desasosiego al ver la magnitud de la destrucción: «No puede ser, no queda nada», confiesan con tristeza.
A la devastación material se suma la confirmación de una víctima y la angustiante búsqueda de cinco desaparecidos, lo que subraya la gravedad de la situación. Más de 200 efectivos, entre militares, bomberos y voluntarios, han sido movilizados para desescombrar el área y, en un acto heroico, realizar las labores de búsqueda de aquellos que aún no han sido localizados.
El impacto económico es otro aspecto alarmante en esta localidad, cuyo casco histórico fue considerado Conjunto Histórico-Artístico hace casi cuatro décadas. La joya medieval, con raíces musulmanas, enfrenta el difícil reto de recuperar no solo su patrimonio físico sino también su sustentabilidad económica, que depende en gran medida del turismo y la riqueza de su entorno.
Sin embargo, en medio del desconsuelo, surge un espíritu de unidad entre los vecinos. La llegada de autoridades regionales y nacionales, entre ellos el presidente de Castilla-La Mancha y otros líderes políticos, ha traído un mensaje de apoyo y compromiso. Se han planteado acciones rápidas para declarar la zona como área catastrófica y comenzar los trabajos de reconstrucción.
A pesar de las promesas de ayuda, entre los habitantes persiste la inquietud de ser olvidados cuando disminuya la atención mediática. El recuerdo de otras tragedias pasadas alimenta ese temor, aunque también ha fortalecido la determinación colectiva para renacer. Letur se aferra a la esperanza, consciente de que el camino hacia la recuperación será largo pero no imposible, con la firme resolución de restaurar la belleza y el espíritu que han definido a esta comunidad durante siglos.